César Chelala
Columnista invitado
Los numerosos casos de femicidio que ocurren con aterradora frecuencia, son la expresión más brutal de la violencia de género, un fenómeno que no tiene fronteras.
La violencia de género (que se manifiesta generalmente como violencia contra la mujer) tanto física como psicológica, se ha convertido en un grave problema global de salud pública que afecta a más de un tercio de todas las mujeres a nivel mundial.
Afecta a mujeres de todas las nacionalidades, creencias religiosas y clases sociales y aun los países industrializados más desarrollados no están exentos de este problema. En Honduras, por ejemplo, las organizaciones defensoras de los derechos contra las mujeres registraron 293 femicidios entre enero y el 20 de diciembre de 2022. Ese país tiene la tasa más alta de femicidios en América Latina.
Magnitud del fenómeno
Con variaciones según el país de América Latina, entre el 17% y el 53% de las mujeres alguna vez casadas o en unión física declararon haber sufrido violencia sexual, física o psicológica de parte de un compañero íntimo. Para algunas mujeres, el abuso verbal, la coerción, el aislamiento, la privación, las amenazas y la humillación son peores que el abuso físico.
Las mujeres víctimas de violencia sufren una amplia variedad de problemas de salud tales como daño a varios órganos y a los huesos, aborto involuntario, exacerbación de enfermedades crónicas, problemas ginecológicos y enfermedades de transmisión sexual, incluido el VIH/SIDA. Además, son más susceptibles a una variedad de problemas de salud mental tales como la depresión, el estrés postraumático, los trastornos del sueño y de la alimentación, y la angustia emocional, algunos de los cuales pueden conducir al suicidio. El porcentaje de mujeres en todo el mundo que son maltratadas durante el embarazo se calcula entre el 25 % al 45 %.
Los efectos nocivos de la violencia doméstica no se limitan a las mujeres, sino que se extienden también a sus hijos. Los niños que crecen en familias donde hay violencia doméstica son propensos a una amplia gama de trastornos emocionales y de conducta. Se calcula que uno de cada tres niños abusados se convierte en un adulto abusador o en víctima de violencia.
La violencia contra la mujer tiene un alto costo económico para la sociedad. De acuerdo a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos el costo de las consecuencias de la violencia contra la mujer en ese país es superior a los 5.800 millones de dólares anuales. Esta violencia se traduce en casi dos millones de lesiones y más de 1.300 muertes anuales solo en los Estados Unidos.
Un problema de salud pública
Un aspecto importante de este enfoque es el hecho que la salud pública asigna un rol importante a la prevención, en el convencimiento que mediante la puesta en marcha de políticas adecuadas se puede reducir la magnitud de este fenómeno. Además, como lo señala la Dra. Carmen Barroso, ex directora del Hemisferio Occidental de la Federación Internacional de Planificación de la Familia: “Los sistemas de salud deben ser la puerta de entrada para la detección, tratamiento y apoyo para las víctimas de la violencia contra las mujeres”.
Políticas desarrolladas
En América Latina y el Caribe, por ejemplo, numerosos países han aprobado legislación que supone avances importantes en el abordaje del problema de la violencia contra las mujeres. Además, en todos los países se han llevado a cabo campañas de prevención, sensibilización, promoción, divulgación y/o fomento de actitudes, valores y prácticas de respeto a los derechos humanos y a una vida libre de violencia contra las mujeres.
Sin embargo, la respuesta sigue siendo insuficiente. En los Estados Unidos, por ejemplo, hay más refugios para animales abandonados que para mujeres maltratadas. Además, todavía persisten ciertos “nudos críticos” en la formulación, implementación, monitoreo y evaluación de las políticas y planes para erradicar la violencia contra las mujeres.
Solucionar el problema de la violencia contra las mujeres requerirá no sólo aprobar sino también cumplir sistemáticamente la legislación pertinente. Existe todavía un altísimo nivel de impunidad de los agresores que debe solucionarse si se quiere resolver este problema. Es importante, también, enfatizar el papel crítico de las mujeres para mantener la salud y estabilidad de la familia. Es por ello que promover la igualdad de género a nivel mundial puede ser la mejor estrategia para prevenir la violencia contra las mujeres.